Capítulo 15 "Te dije que me escaparía"
La pálida luz de la luna tocaba la alfombra junto a la ventana y llenaba la habitación con un reflejo gris cuando Edward apagó las velas. Pasó mucho tiempo hasta que se durmió. Bella se sintió agradecida de que se hubiera dormido de espaldas, porque el ruido de sus ronquidos cubría sus movimientos en la habitación. Bajó de la cama sin perturbarle y se puso rápidamente el vestido lino, sin apartar sus ojos de Edward.
–Te dije que me escaparía si me violabas otra vez –pensó Bella–. Pero tú no me creíste. No, tuviste que forzarme nuevamente a aceptar tu lujuria. Bien, cuando despiertes por la mañana yo me habré ido. Y jamás me encontrarás, Edward.
Bella cerró la puerta sin ruido y cautelosamente bajó la escalera. Imaginó que tendría que pasar sobre los cuerpos dormidos de los hombres de la tripulación en el gran salón, pero ninguno de ellos estaba allí. Supuso que estaban en el pueblo o durmiendo en el barco.
Bella echó a andar por el césped, impulsada porsu furia y su fuerte determinación. Le sorprendió claridad de la luna. Pero tuvo una repentina prevención al ver la masa negra de los árboles frente a ella sabiendo que tendría que dirigirse hacia allí.
La luna estaba ligeramente detrás de ella, iluminando el amplio sendero que conducía al bosque, pero una vez que estuviera dentro, sólo algunos pálidos rayos iluminarían el suelo con manchas grisáceas. Apenas había luz para ver el corral y los siete caballos.
Bella tuvo que detenerse a pensar. Tenía que elaborar algún tipo de plan. Volvió a mirar entre los árboles y vio la gran casa con toda claridad. No se veía luz en ninguna de las ventanas, y todo estaba en silencio.
Obviamente Edward dormía profundamente, y era probable que siguiera durmiendo hasta la mañana, pero Bella necesitaba mucho tiempo para poner distancia entre los dos. Él tomaría uno de los caballos para perseguirla, y la atraparía rápidamente si ella iba a pie. De manera que tendría que usar uno de los caballos para ella.
Bella se peinó rápidamente los cabellos en dos largas trenzas y las ató con un nudo en la parte posterior de su cabeza. Luego cruzó hasta la cerca del corral y buscó una salida. La cerca estaba hecha de largas planchas de madera clavadas a postes y formaba un gran círculo, pero no se veía ninguna puerta. Trató de levantar la plancha de arriba, pero fue imposible. Respirando profundamente, Bella intentó mover las dos planchas siguientes, pero esta vez se movió la de arriba. Era muy pesada, y tuvo que usar ambos brazos para levantar la tabla de los postes que la sostenían y bajarla hasta el suelo.
Uno de los caballos relinchó, y luego otro, y Bella se asustó. El ruido parecía venir de una trompeta en el aire tranquilo. Miró a su alrededor nerviosamente, tratando de ver entre las sombras negras del bosque; luego volvió a mirar hacia la casa, pero allí no había señales de vida. Ahora percibía otros sonidos: susurros de las hojas, zumbidos de mosquitos, cantos de los grillos, y otros que no podía identificar.
Coraje, Bella. Edward seguirá durmiendo... debe seguir durmiendo, pensó Bella. Saltó sobre la madera más baja y entró en el corral. El caballo blanco formaba una sombra gris en la oscuridad, y Bella se le acercó muy lentamente. Este se espantó, y todos los caballos se movieron peligrosamente hacía la abertura de la cerca. Por un momento Bella temió que escaparan, pero luego permanecieron en sus lugares. Esto no sería fácil, pensó Bella, casi a punto de abandonar la idea. No tenía monturas, ni siquiera una cuerda. Tendría que atrapar al caballo por la crin, luego montarlo y esperar sostenerse en el lomo. Afortunadamente el animal no era muy grande, pero, ¿cómo podría agarrarlo si el animal seguía espantándose?
Volvió a intentarlo, moviéndose con más lentitud esta vez, hablándole con suavidad. Extendió suavemente la mano y tocó el pescuezo del caballo, hablándole al mismo tiempo. Luego se acercó un poco más y le frotó la suave nariz, permitiéndole percibir su olor.
Bella siguió hablando con el caballo durante un rato mientras le acariciaba el cuello esperando que se relajara y no saltara cuando ella tratara de montarlo. Consiguió que el animal diera unos pasos hacia la abertura de la cerca. Los otros caballos se apartaron cuando ellos pasaron, y Bella rogó que su caballo no saliera corriendo cuando retirara la plancha que quedaba. Pero el caballo permaneció detrás de ella, y casi absolutamente inmóvil cuando lo tomó por la crin. Con un salto, Bella montó el caballo, levantó una pierna para pasarla sobre el lomo, y se sentó bien erguida.
Bella ya había decidido no cerrar la cerca, esperando que los otros caballos escaparan durante la noche. Así Edward no tendría caballo para seguirla.
Con una sensación de triunfo, Bella levantó sus faldas y las colocó bajo sus piernas, y luego impulsó el caballo hacia adelante. Estuvo a punto de caer cuando el caballo dio el primer paso, y se aferró rápidamente a él, casi decidida a escapar a pie. Pero el caballo siguió caminando lentamente por el sendero, y vio que no era difícil mantenerse sobre su lomo.
Mirando hacia atrás, vio que el resto de los caballos salían del corral y la seguían. Estaba segura de que su huida era posible, y pensó adónde iría ahora. El lugar obvio sería el lado opuesto de la isla. De manera que le quedaban dos opciones... ir hacía el lado izquierdo o hacia el lado derecho.
Pero primero debía localizar la villa. No tenía sentido tratar de encontrar ayuda allí, y además, el pueblo probablemente sería el primer lugar donde la buscaría Edward. Pero podía llevarle una semana o más avistar a algún barco que parara y necesitaba estar lejos de los que pudieran verla e informar a Edward del lugar donde estaba.
El sendero doblaba bruscamente a la izquierda, pero aún era suficientemente amplio como para que la luz de la luna llegara entre los claros de los árboles. Bella miró hacia atrás. Ya no veía la casa ni el corral, sólo la espesa oscuridad que la amenazaba por todos lados. Los otros caballos ya no la seguían, sino que se habían perdido en el bosque.
Bella sentía que era la única persona en toda la isla. Luchó contra el pánico, recordándose por qué había escapado. Luego se dio cuenta de que dejaba detrás a Sue.
Inmediatamente trató de desandar el camino hecho, pero cambió de idea y dejó que el caballo siguiera hacia adelante por el camino. No podía llevar a Sue con ella. Su única posibilidad de éxito era permanecer perfectamente sola en esta aventura. Sue no tendría el coraje para escapar. La aterrorizaban los caballos y trataría de disuadir a Bella para que no se fuera y tal vez hasta denunciaría sus planes a Edward.
Bella decidió alejarse lo más posible y narrar su historia al conde Black. Entonces él iría a rescatar a Sue, y así tendría su venganza al mismo tiempo. Sue estaría segura en esta isla durante un tiempo. A pesar de su furia Edward no la castigaría.
Los quince o veinte minutos que el caballo anduvo por el sendero le parecieron horas. Bella forzaba los ojos por ver lo que tenía adelante, pero el bosque era demasiado denso. Luego el sendero doblaba ligeramente a la derecha. Había un gran claro, bañado por la luz plateada de la luna, y Bella veía una docena de cabañas muy próximas unas a otras.
Rápidamente hizo cambiar el curso al caballo y siguió a paso lento, por la oscuridad del bosque.
Ahora llevaba una dirección definida, el lado derecho de la isla. Ya no había un sendero que seguir, y los árboles eran tan densos en esta parte del bosque que el caballo se veía forzado a andar al paso. Bella esperaba que el animal tuviera mejores ojos que ella, porque apenas veía unos centímetros más adelante.
El caballo caminaba bordeando árboles y matorrales, nunca en línea recta, pero Bella lo mantenía dirigido más bien hacia la izquierda. De esta manera llegaría al lado derecho de la isla, alejándose de Edward.
Pasó una hora y después muchas más. Bella no tenía idea de cuánto tiempo faltaba para el amanecer, pero sabía que tenía que ganar mucha distancia antes de que Edward despertara. Esperaba que durmiera hasta tarde. Nadie le molestaría y cualquiera que se levantara supondría que ella también estaba en la habitación de Edward.
Pasaron dos horas más, y Bella llegó a un lugar donde había muchos bananeros, demasiado densos como para pasar entre ellos. Ahora la luna estaba al otro lado de la isla, pero Bella veía el cielo cada vez más claro. Azuzó al caballo para que diera un rodeo alrededor de los bananeros.
Esperaba que Edward no pudiera avanzar a más velocidad que ella. Él podía seguir la línea de la costa, pero allí no tendría idea de donde detenerse y buscarla. Al llegar a la costa, Bella se escondería en el bosque y esperaría el paso de algún barco, Edward jamás la encontraría, por más que la buscara.
Ahora distinguía los colores. Rojos oscuros y amarillos... flores que había olido antes pero que no veía. Bella levantó la mirada y vio zonas de cielo azul claro, teñidas de rosado y de anaranjado. Los pájaros comenzaban a despertar, y pronto el bosque estuvo lleno de suaves usos. Sería un hermoso día.
Luego, inesperadamente, un pequeño animal corrió frente al caballo; éste se encabritó, arrojando a Bella al suelo. Cuando por fin pudo incorporarse, el caballo se había alejado.
Bella se sentía al borde de las lágrimas. Se puso de pie y se sacudió las hojas y las ramitas del vestido. Estuvo desorientada hasta que vio la montaña de dos cumbres a través de una abertura entre los árboles. Siguió el camino hacia la playa, y pronto advirtió que iba mucho más rápido a pie, ahora que veía por donde caminaba.
Después de una hora de andar y correr, entre despierta y dormida, Bella oyó un ruido de olas a poca distancia. Corrió lo más rápido que pudo, bordeando los árboles y los arbustos. Luego el sol la deslumbró cuando salía del bosque. Cayó de rodillas en la arena fría.
Bella bajó la cabeza y unos momentos después oyó su pesada respiración. Al mirar nuevamente hacia arriba no pudo creer lo que veía. A la izquierda del sol naciente había un barco, a sólo un kilómetro y medio de la costa.
Sin pensarlo dos veces, Bella se puso de pie de un salto y agitó frenéticamente los brazos. Dio gritos, pero luego lo pensó mejor, porque de todas maneras, no la oirían. El barco se movía en dirección del sol y luego hacia otro punto en la isla.
Bella seguía moviendo los brazos, temiendo que nadie la vería desde el barco. Luego éste giró y fue hacia la costa. Bella se dejó caer en la arena y se echó a llorar.
Miró impacientemente cómo bajaban un pequeño bote. Contemplando la brillante playa blanca, Bella temió que Edward pudiera aparecer antes de que el bote llegara a la playa. Pero después de quince minutos agónicamente cortos, Bella quedó a cargo del capitán Garret Pace y en camino al barco de éste.
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