Capítulo 1 “Trazando el plan”
Norte de Escocia, 1558
—Prefiero quemarme en el infierno a casarme con Edward Masen —declaró Bella, en un tono de voz tan definido como el castaño de sus ojos. —Tengo derecho a escoger con quien casarme, y de decidir si quiero casarme o no. Fred puede ser el jefe del clan de los Swan, pero... —Interrumpió el discurso abruptamente, aún sabiendo que sus protestas de nada valdrían.
—Nuestro primo Fred hará lo que quiera —dijo Marie, su hermana gemela, repitiendo algo que Bella ya había comprendido.
Bella dobló sus rodillas y las abrazó, mirando las aguas del riacho, que llegaba casi hasta sus pies calzados con botas. No había esperado esa vuelta del destino. Había oído rumores, por supuesto, sobre un jefe de clan en busca de una esposa, pero eso nada había significado para ella. Planeaba encontrar un marido por su propia cuenta, pero sus planes parecían haberse estropeado.
—Fred cree que esa unión será beneficiosa para nuestro clan y muchos concuerdan con eso —prosiguió Bella. —Dicen que Edward Masen hará cualquier cosa por conquistar más tierras y poder. Con la muerte reciente de su padre, se convirtió en el jefe del clan, a los veintinueve años, y con sus tierras vecinas a las de los Swan... —Se encogió de hombros, hallando innecesario terminar la frase.
—Nuestro clan teme que nos ataque, por lo tanto es mejor mantener a Edward como amigo —concluyó Marie.
Las gemelas permanecieron sentadas a la vera del riacho en completo silencio. El otoño acababa de llegar, pero el calor del verano proseguía, permitiendo que las flores se abriesen nuevamente en ese año.
Los últimos meses habían pasado como un torbellino. El rumor de que Edward Masen buscaba una esposa se había esparcido por todos los clanes, y había muchas mujeres alborozadas con la idea de casarse con el valiente guerrero. ¿Por qué él justo había ido a escoger a una que no estaba interesada?
Fred había informado a Bella una semana antes, como jefe supremo de los Swan, que había hecho un acuerdo con Edward para realizar el enlace de ella con el líder vecino. Bella se rió al oír la noticia, y el rostro de Fred se enrojeció de rabia. Comenzó a gritar que su prima tendría que cumplir su deber y que haría lo que debía ser hecho.
Bella citó el nombre de varias jóvenes del clan que concordarían de buen grado a casarse con Edward, pero Fred permaneció irreductible. Ella era la elegida.
Volviendo al momento presente, Bella ponderó la idea que iba a casarse con un completo desconocido. La idea de que nunca podría encontrar un amor verdadero le causaba un malestar físico, agudizando su carácter rebelde y guerrero.
Cuando había dejado en claro que no se casaría con Edward Masen bajo ninguna circunstancia, todo el clan la había acusado de ser egoísta y varios de los miembros prometieron no dirigirle más la palabra hasta que ella recuperase el sentido común. Marie Interrumpió sus pensamientos.
—Jamás se me pasó por la cabeza que pudiésemos separarnos.
Bella cerró los puños sobre sus rodillas. —Eso nunca sucederá.
—Edward Masen no va a querer el fardo de una cuñada para alimentar y proteger. Le bastará contener una esposa.
—Bien, como no seré esposa de él, es obvio que vos no serás su cuñada.
Sería una tremenda petulancia por parte de Edward imaginar que podría separar hermanas gemelas.
Bella lucharía con el demonio en persona antes que separarse de Marie.
—Para ellos, nuestra opinión simplemente no cuenta —murmuró, arrancando un pasto y partiéndolo en dos con un gesto airado, imaginando que estaba rompiendo el cuello de Edward Masen.
Marie se acurrucó junto a su hermana.
— ¿Tienes alguna idea?
Bella lanzó lejos los pedazos de pasto y sonrió.
—Tengo un plan que tal vez funcione. No será fácil de realizarlo, pero ciertamente va a atrasar el casamiento, y quizás esa maldita unión nunca vaya a suceder.
— ¡Cuéntame!
Bella tomó aliento y le explicó a Marie:
—Fred dejó en claro que Edward busca a una joven fuerte y saludable, una mujer que le dé hijos varones, para perpetuar su apellido y el clan. Cuando yo insistí en decir que existen muchas muchachas que cumplen con esos requisitos, nuestro primo alegó que ninguna se iguala a mí en coraje... Y que nadie lo irrita tanto como yo, aunque no haya admitido eso —Bella murmuró con una sonrisa maliciosa. — Por lo tanto, mi enlace con Edward servirá a dos propósitos. Fred se va a librar de mí, al mismo tiempo que se va a ganar un fuerte aliado.
—Él planeó eso todo el tiempo —dedujo Marie, azorada.
—Sí, y guardó silencio hasta el último instante, para agarrarme desprevenida y obligarme a someterme.
—Fred siempre te subestimó —dijo Marie con una leve sonrisa y sacudiendo la cabeza.
—A las dos —corrigió Bella. —Y quiero que sepas que mi plan te involucra a vos también.
—Vamos, cuéntame.
Bella miró a Marie con un brillo malicioso en la mirada .
— ¿Qué sucedería si nadie lograse diferenciarnos? Después de todo, somos idénticas, desde el color del cabello hasta la forma de los pies. Incluso las personas de nuestro clan tienen dificultad para distinguirnos. La única cosa en que nos diferenciamos es en el carácter.
Marie asintió con un movimiento de cabeza.
—Yo soy temeraria, determinada, y sin pelos en la lengua —prosiguió Bella. —Me gusta montar, cazar y usar armas, mientras que vos...
—Soy de perfil tranquilo, sentimental, hablo en voz baja, y mis intereses son las hierbas medicinales y la cura de los enfermos —finalizó Marie.
—Pero ambas somos independientes —agregó Bella —Aunque la gente piense que vos sos más frágil sólo porque eres gentil y suave. Desconocen tu naturaleza valiente, y es en eso que debe basarse la estrategia de mi plan.
Bella miró a su hermana con seriedad.
—Necesitaremos combinar nuestros caracteres opuestos, de modo que sea imposible que alguien pueda distinguir una de la otra. Vos, mi querida Marie, deberás ser más parlanchina, más grosera al hablar, extrovertida y audaz...
—Y vos, mi amada Bella, tendrás que hablar de modo suave y dominar tus arranques de irritación y terquedad.
—Cierto, y lo mejor de todo el plan es que nadie se va a dar cuenta que estamos actuando —Bella bajó el tono de voz a un susurro. —Eso es fundamental para que haya credibilidad.
—Y con nosotras dos actuando y demostrando caracteres opuestos, todos quedarán confundidos.
—Fred ciertamente va a expresar su desagrado. —Bella contuvo una carcajada. —Sentiré mucho placer en verlo perder los estribos y al exigir ser obedecido. Sin duda nos va a amenazar, ¿pero qué podrá hacer contra nosotras? ¿Separar dos hermanas gemelas? No podrá, porque no sabrá quién es quién. Entonces, estará con las manos atadas.
—Debemos considerar a Edward Masen —le recordó Marie.
Esa vez Bella se rió.
— ¿Edward? ¡Él todavía ni nos conoce! Será el último en aprender a distinguir a una de la otra.
—Y eso lo pondrá furioso.
—Eso es problema de él, no nuestro —murmuró Bella, encogiéndose de hombros.
—Merece ser tomado por tonto. Cree que puede exigir que me acueste con él y que le dé hijos sin nunca haberme conocido. ¿Quién se cree que soy? ¿Una vaca u oveja reproductora?
—Debemos tener cautela. Edward Masen es conocido por siempre conseguir lo que se le antoja —agregó la sensata Marie.
Bella sonrió con malicia.
—Entonces él y yo tenemos algo en común.
— Las leyendas dicen que Edward sólo conoce victorias.
— Entonces es hora que conozca el sabor amargo de la derrota —insistió Bella, encogiéndose de hombros.
Marie suspiró.
—Bien, vamos a esperar que él se canse de nuestro juego y decida dejarnos en paz. Una victoria por desgaste.
—No, seremos impiadosas, y Edward va a darse cuenta que es inútil persistir en su objetivo.
— Espero que tengas razón, porque si eso no sucede, nos convertiremos en el blanco de su ira implacable. Escuché decir que muchos se desmoronan como un castillo de naipes ante su presencia majestuosa. Ni quiero pensar en el desastre que su furia pueda causar.
— ¡Vamos! Ya sabes cómo son los hombres, gritan, maldicen, escupen en el piso, alardean sobre el tamaño de sus miembros, huelen a caballo y sudor, se rascan la entrepierna en público, pero siempre, siempre terminan haciendo el papel de tontos —argumentó Bella.
—Con el concepto que tienes del sexo masculino, no es de extrañar que todavía sigas soltera a los veintiún años, mi querida hermana.
Bella miró a hermana con expresión sarcástica.
— ¿Debo recordarte, señorita sabelotodo, que vos estás en la misma situación? Tienes la misma edad que yo y tampoco tienes marido.
Marie se rió con ganas.
—Vos, mi querida hermana, espantas a todos tus pretendientes.
—Más respeto, por favor —protestó Bella. —Soy tu hermana mayor.
—Sí, diez minutos mayor...
—No importa, soy la primogénita, por lo tanto responsable de vos, y hasta ahora ningún hombre ha mostrado ser digno de recibirte en matrimonio —replicó Bella, determinada a proteger a su hermana.
—Admito que estoy muy satisfecha con la vida que tengo. Me encanta trabajar con las hierbas y aprender todo lo que puedo sobre las propiedades de la cura. No sé si tendría tiempo para dedicarle a un marido.
—En cuanto a mí —retrucó Bella—, de vez en cuando pienso en tener un compañero, un hombre que me ame...
—Me acuerdo del amor y del cariño entre nuestros padres, y me doy cuenta que deseo lo mismo. No me acuerdo de alguna vez haberlos visto pelear o intercambiar palabras duras, aunque, por supuesto, de vez en cuando tenían desentendidos. —Sonrió, enternecida, con la mirada perdida, como si volviese al pasado.
—Pero pronto uno buscaba al otro y todo quedaba resuelto, y volvían a sonreír felices.
Marie reprimió las lágrimas.
—Los extraño...
—Yo también. Me acuerdo como mamá siempre insistía para que nunca nos separáramos. Decía que debíamos permanecer juntas y protegernos una a la otra, hasta...
—...hasta que una de nosotras encuentre el verdadero amor —finalizó Marie.
Bella apoyó sus codos en sus rodillas, y el mentón en las manos.
—Quiero encontrar mi amor, o que el amor me encuentre. Sentir el corazón latir descompasadamente cuando miro a mi amado, y ver la pasión reflejada en los ojos de él. ¡Pero eso será imposible si me fuerzan a casarme con un extraño!
Marie se levantó y ofreció su mano a su hermana.
—Vamos, Fred debe estar furioso, porque no nos apresuramos a buscarlo cuando nos llamó, hace ya más de una hora.
Bella aceptó la ayuda de Marie. Estaban sellando un pacto que podría ponerlas en una situación complicada, pero juntas aceptarían el desafío y harían cualquier cosa para seguir juntas y mantener su felicidad.
Con un impulso decidido, Bella sonrió.
— ¿Ya te diste cuenta que no vamos a tener que fingir todo el tiempo? Todo lo que necesitamos hacer es actuar de vez en cuando como la otra actuaría, y nadie se dará cuenta de nada.
—Parece fácil —retrucó Marie —Pero tendremos que usar mucha cautela para confundir a las personas.
—Y redoblar la cautela cuando estemos en presencia de Edward —corroboró Bella. —Se va a sentir muy contrariado cuando se dé cuenta que es inútil intentar descubrir quién es quién.
—Espero que pronto se canse y nos deje en paz —suspiró Marie.
— ¿Y si eso no sucede? —murmuró Bella, como si hablase consigo misma, y sabiendo que siempre era mejor entrar en una batalla conociendo todas las posibilidades.
— ¿Y si simplemente agarra a una de nosotras y exige el casamiento, esperando que la más valiente de las dos de un paso al frente y salve a la otra?
Tal pensamiento hizo que la sonrisa de Marie se desvaneciese, pero Bella continuó confiada:
— Si eso sucede, hermanita, las dos comenzaremos a llorar y a implorar como gallinas indefensas, para que él tenga piedad. Por cierto Edward se va a enojar, pues no le gustan las mujeres débiles, y lo pensará dos veces antes de pedir la mano de una joven llorona y sin coraje.
— ¡Buena idea! —exclamó Marie.
—Forma parte de la estrategia de batalla —le explicó Bella.
—Pero nuestra guerra será diferente de las otras que hemos oído hablar. Será una guerra mental. Usando la inteligencia. ¡Más vale maña que fuerza!
—Y estamos en ventaja, porque dos cerebros piensan más que uno —comentó Marie, sacudiendo su falda de lana marrón para librarse de la suciedad y el pasto, mientras buscaba alcanzar a su hermana.
Bella no se molestó en sacudir su blusa de lino blanco ni sus cabellos castaños.
—Es mejor que aparezcamos así, desaliñadas, pues será aún más para disgustarle a Edward Masen.
—Entonces tal vez fuese todavía mejor que nos viese rodar por el barro del chiquero, así pensaría que estamos locas y se iría corriendo de acá.
—En breve no va a querer tener nada que ver con nosotras, eso te lo firmo. Pero no te preocupes, Fred nos llamó con mucha prisa, y no tuvimos tiempo de tomar un baño —ponderó Bella. —Su orden fue muy clara: “Comparezcan a la reunión del clan ahora mismo”.
—Si fue así, no vamos a hacerlo esperar —dijo Marie con una sonrisa maliciosa. Apresuró tanto el paso que esa vez fue Bella quien debió correr para alcanzarla.
felicidades por tu cumple!!!!
ResponderEliminarq genial cap!!!!
Esta bella y marie van a sacarle canas verdes a Edward.... ya quero leer massss!!!!!
se ve q estara divertido el fic, jojo... quero ver la reaccion de eddie al ver q su prometida tiene una hermana gemela y diferenciarlas... sera dificil... y divertida!
besos, y q cumplas muchos mas añosss!!!!!!!!!!!!
chica, un pequeño regalo en mi blog:
ResponderEliminarhttp://corazondecristal-brisacristal.blogspot.com/2011/04/hbd-gracy-o-team-suiza-de-amor-eterno.html
Feliz cumple!!!!
Hola chica, después de tanto tiempo vuelvo y espero verte por aquí, lamento haberme desaparecido de la faz de la tierra, pero prometo no volver a hacerlo, al menos no sin avisar (n_n)
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