lunes, 2 de mayo de 2011

Un juego de gemelas

Capítulo 2 “Un juego de gemelas”

Al entrar en el salón, vieron que todo el clan ya se encontraba, allí reunido, aguardando los arreglos finales que asegurarían la paz para los Swan, al unir fuerzas con los Masen.

Todas las miradas demostraban curiosidad,  pero las bocas se abrieron con aire de espanto y sus cabezas se sacudieron de un modo desesperado, cuando vieron a las gemelas entrar en total estado de desaliño. Los susurros se transformaron en comentarios afligidos, e imágenes espantosas surgieron en las mentes de los que estaban presentes, ansiosos por el desenlace del encuentro entre Edward Masen e  Isabella Swan.

Las dos gemelas permanecieron  por un momento observando el salón donde temas importantes eran discutidos entre los más ancianos y el jefe del clan, disputas que eran acertadas, celebraciones. Ese salón tenía capacidad para albergar a casi todos los miembros del clan.

Mesas y bancos estaban esparcidos por el salón, y una enorme chimenea de piedra ocupaba casi por completo una de las paredes. En ese momento, todos los lugares estaban ocupados, y algunas mesas estaban siendo usadas como bancos. La mayoría de los hombres vestía ropas con los colores de los Swan, rojo, amarillo y verde,  mientras que los demás lucían el verde y negro del clan de los Masen.

El  primo de Isabella y Marie, Fred, se encontraba en el extremo opuesto del salón, sujetando una jarra de estaño. Era alto, de hombros anchos y vientre abultado, con largos cabellos castaños y nariz corva. Contaba con  apenas veinticinco años,  pero con la muerte de Raoul, su padre, él era ahora el líder del clan.

Parecía estar de buen humor, riendo mucho y continuamente levantaba la jarra para hacer un brindis. Pero se detuvo a medio camino de ese gesto al ver a las dos hermanas, al mismo tiempo que un bulto se movía lentamente a sus espaldas, apartándose hacia un lado, hasta surgir a plena luz.

Era un hombre grande, con más de un metro ochenta de altura, y por primera vez en la vida Bella se sintió agradecida por su metro setenta y cuatro. Sin duda alguna, ese era Edward Masen, y por lo menos ella no parecería un enano al lado de él.

La expresión de Edward denotaba orgullo y confianza en sí mismo. Era musculoso y tenía hombros anchos, pero no parecía haber ni un gramo de grasa en todo su cuerpo. Tenía el rostro cuadrado, facciones marcadas y cabello cobrizo oscuro que llegaba hasta debajo de sus hombros.

Su plaid escocés verde y negro estaba cruzado sobre el hombro izquierdo y el pecho. Usaba camisa de lino amarillo clara y botas de cuero marrón. El puñal característico de los escoceses colgaba de su cintura, y la espada de dos filos asomaba a su espalda, la empuñadura de plata era visible. Sus facciones eran más atractivas que bonitas, y el brillo en sus ojos oscuros indicaba que podría ser peligroso contrariarlo.

Bella presintió el miedo de su hermana y le sujetó la mano en un gesto tranquilizador. Pero el movimiento fue hecho de modo deliberado y lento, como si fuese ella misma la amedrentada.

Marie le apretó los dedos en agradecimiento y, respirando profundamente, dio un paso al frente.

Bella la imitó, y ambas caminaron hasta pararse delante de Fred y Edward.

El  primo pasaba sus ojos muy abiertos de una a la otra, como si no lograse creer lo que veía. De repente se puso muy rojo, y sus fosas nasales se dilataron, anunciando una explosión de rabia.

—¿Qué manera de presentarse es esta? —Vociferó él.— ¡Esto es un insulto!

Marie levantó el mentón y trató de responder de manera agresiva, como Bella haría.

—¿Exigiste nuestra presencia inmediata y ahora nos reprendes?
¿Quién te entiende, primo?

El rostro de Fred adquirió una coloración púrpura.

—Sabías muy bien que serías presentada a tu prometido Isabella

—Contra nuestra voluntad —retrucó esa vez la verdadera Bella.

La cabeza de Fred se movió abruptamente en dirección a la otra gemela, quien presumía era Marie.

—¿Qué broma infantil es esta? —Miró a una y a la otra, y posó la jarra con tanta fuerza sobre una mesa que la cerveza se derramó.

—¡Isabella, da un paso al frente!

Las gemelas soltaron sus manos, cruzaron sus brazos sobre sus pechos y avanzaron al mismo tiempo. Fred sacudió la cabeza con furia, y en seguida agarró a Marie por el codo.

—¡No me vas a ser quedar como un imbécil, Isabella! ¡Vas a casarte con Edward Masen hoy mismo!

—¡No! ¡Por favor! ¡No me fuerces a casarme! —imploró Marie con lágrimas en los ojos.

Fred la soltó inmediatamente, sonriendo con satisfacción, pero pronto volvió  a ponerse serio, cuando Bella se unió a los ruegos de su hermana, implorando piedad y sollozando, mientras retorcía sus manos con desesperación.

—¡Basta de llorar como gallinas!

La voz estridente hizo que todos se llevasen un susto, y un silencio denso se estableció en el salón.

Edward se adelantó, mirando severamente a las gemelas y después a Fred.

—Me dijiste que todo ya estaba acordado.

—Bien, Isabella es de hecho una joven fuerte, como te conté. —Murmuró el jefe de los Swan —pero también es muy terca.

—¿Y qué me dices de la obediencia a su líder y de la responsabilidad ante su clan? —cuestionó Edward, volviendo a analizar a las dos jóvenes con una mirada sombría y atemorizante. —Yo me casaré con Isabella. Que mi prometida se presente ante mí, dando un paso adelante.

Las dos se miraron, inmóviles, como estatuas de piedra.

Edward dejó sus brazos colgar a lo largo de su cuerpo y, entonces, él dio un paso adelante, apostándose a pocos centímetros de distancia de Bella. Permaneció en silencio, así como ella, quien, estando tan cerca, podía ver una cicatriz estrecha sobre una ceja y otra, mayor, en la mejilla derecha. Con excepción de esas dos marcas, el rostro de él era perfecto. Las cejas eran castañas y espesas, bien delineadas.

Los ojos, que al principio ella había pensado serían negros, eran verde oscuro, y brillaban con los reflejos dorados del fuego encendido en la chimenea.

Sin duda, pensó Bella, era un hombre guapo y muy atractivo.

—Ahora que conocí a Isabella, ¿podemos casarnos?

Bella se rió alto, intentando ocultar su nerviosismo. Naturalmente, Edward no tenía cómo saber cuál de las dos era Isabella.

Quería intimidarlas y se había resuelto a arriesgar, pero el hecho de haber acertado por casualidad la asombraba.

—No puedo responder, ya que no considero conocerlo. Lleva tiempo para conocer a una persona. ¿Además, primo, tienes tanta certeza de que soy Isabella?

—Puedo ver que esta jovencita posee mucha fuerza y coraje.

Marie dio un paso adelante, mirándolo a los ojos.

— Y yo puedo ver que usted es muy autoritario y arrogante.

Exclamaciones de sorpresa sonaron en el salón, interrumpidas por la risa de Edward.

—Tienes la lengua afilada, muchacha.

—Esa debe ser Isabella —dijo Fred, aproximándose a Marie, mirando a las primas, completamente confundido.

—¿Estás seguro? —preguntó la verdadera Isabella. Mientras los dos hombres miraban a Marie, Bella se puso muy cerca de su hermana. —¿Por qué crees que ella es Isabella, y no yo?

Fred abrió la boca pero no dijo nada. Edward no demostró ninguna reacción, pero continuó estudiando los semblantes. —¡Exijo que Isabella se presente! —berreó Fred.

Las gemelas intercambiaron una mirada maliciosa, y en seguida se rieron. Bella notó que Edward torcía a boca en una especie de sonrisa, pero pronto se recompuso. De cierta manera, el hecho que demostrase que hallaba la situación divertida lo hacía menos intimidante.

—Bien, me quedan todavía algunos días antes de volver a casa. —Dijo el líder de los Masen. —Puedo ser paciente.

—El tiempo no hará diferencia alguna, caballero, porque ni mi hermana, ni yo queremos casarnos —declaró Bella.

—Lo que ustedes quieren o no, no viene al caso. Firmé un contrato matrimonial  con tu primo y debe ser honrado.

—Veremos —murmuró Bella en tono de desafío.

Edward se aproximó más todavía, hasta que sus rostros casi se tocaron.

—Está decidido. Habrá un casamiento aquí antes de mi partida.

—Pero... ¿quién será la novia?

 —Isabella —El líder de los Masen dio un paso atrás, y sin mirar a Fred ordenó: —¡Traigan comida y bebida! ¡Es momento de celebrar!

Bella y Marie trataron de apartarse, saliendo del camino de las mujeres que apresuradas, se adelantaban con bandejas y platos humeantes. Pronto todas las  mesas estaban ocupadas por los miembros de los dos clanes, que celebraban el futuro evento.

Bella tenía hambre y estaba lista para atacar un plato de cordero con hierbas aromáticas, cuando recordó que su apetito era notablemente mayor que el de su hermana. Si comiese en ese instante con las ganas con que acostumbraba comer, su  identidad quedaría prontamente revelada.

El problema era que ella dudaba que Marie lograse hacer lo opuesto y comer más allá de lo que su apetito moderado le permitía. Suspirando, decidió colocar apenas una pequeña porción en el plato y esperar hasta más tarde para alimentarse correctamente.

Bella notó la mirada de Marie, que ya había comprendido el significado de su pausa y aguardaba su reacción. Entonces, con gestos comedidos, se sirvió una feta más de carne, forzándose a mordisquear mas pedacitos pequeños de lo que normalmente comería en dos o tres bocados.

Marie hizo lo mismo.

Sentada a la derecha de Edward, Bella envidió la abundante cantidad de comida en el plato del visitante, y en silencio maldijo. Pero tenía que reconocer que él comía con buenos modales, al contrario de otros guerreros, que parecían salvajes en la mesa. Y notó también que era mucho más aseado. Olía a pino silvestre, y sus largos cabellos brillaban, demostrando que habían sido lavados.

Obviamente, él pensaba que ese sería el día de su casamiento, reflexionó Bella, y por lo menos había tenido la decencia de tomar un baño, en consideración a la novia.

Molesta al darse cuenta de que sus pensamientos se concentraban en Edward Masen, trató de tomar un pedazo más de cordero, con la máxima discreción posible, aunque supiese que Marie jamás lograría comer tanto. Entonces sonrió y, en un gesto reticente, ofreció el pedazo de carne a Edward.

—¡Marie! —exclamó Fred, señalando con un dedo engrasado a Bella. —Sólo Marie sería tan gentil. Isabella jamás compartiría su comida con alguien, pues es una glotona.

Edward aceptó el pedazo de cordero con un gesto lento, rozando los dedos con los de ella.

—Puede ser —murmuró —pero tal vez Isabella esté fingiendo ser Marie, y viceversa. Todo esto puede ser un juego.


Bella admitió que Edward era inteligente. No era de extrañar que fuese un líder victorioso, temido y respetado por amigos y enemigos. Sería un oponente poderoso en aquella batalla de voluntades, admitió para sí misma. Como si leyese sus pensamientos, Edward inclinó la cabeza en su dirección.

—Saldré vencedor.

—Yo también —replicó Bella.

Edward asintió con un gesto de cabeza y volvió su atención hacia Marie, sentada a su izquierda.

—Admiro la astucia y el coraje de ustedes dos.

—Creo que sí, pues eres un guerrero de verdad y sabes respetar a tus adversarios.

—Esta batalla terminará con tu adversario siendo tu marido.

Marie se rió, percibiendo que Edward arriesgaba para sacar de la mentira la verdad, y pasó su mano por su cabello para sacar unos pastos de él. —Solamente si yo, o mi hermana, lo decidimos así.

Con un gesto rápido, Edward retiró una hoja pegada a su blusa.

—La elección será mía.

—Veremos —retrucó Marie, sacando la hoja de los dedos de él.

Bella observaba en silencio la disputa que se trababa entre su hermana y Edward, y al mismo tiempo, atenta a Fred, quien confabulaba con un grupo de hombres en el  extremo de la mesa. Bella sospechaba que estaban tramando algo, y no pasó   mucho tiempo para que su sospecha se confirmase.

Algunos minutos después, uno de los hombres comenzó a rodar por el piso,  gimiendo de dolor y apretándose el vientre.

Con una gran presencia de espíritu, Bella corrió a su lado y, con una delicadeza que no le era característica, dedicó toda su atención al supuesto enfermo, quien se quejaba de terribles dolores en el estomago, diciendo que iba a morir, gimiendo sin parar. Mentalmente, Bella lo mandó al carajo y al infierno, donde realmente tendría motivo para gemir para siempre.

Le lanzó una mirada alerta a Marie, quien continuaba sentada, dominando su tendencia a ayudar a los enfermos. Las habilidades de curación de Bella eran limitadas, pero más que suficientes para atender al hombre “agonizante” a sus pies. Miró a su hermana y reprimió una sonrisa cómplice, esperando que Marie confiase en ella y no resolviese intervenir.

Fred se vanagloriaba de tener una prima con la capacidad para tratar enfermos, y presumía que Marie sabría si el hombre estaba de hecho muy mal o no. Lo que no sucedería con Isabella, y por lo tanto esa pequeña farsa revelaría la verdadera identidad de las gemelas.

El hombre que gemía  en el  piso desempeñaba muy bien su papel, y Bella decidió que haría lo mismo. Con dulzura, le aseguró que lo curaría pronto. Llenó una jarra con dos medidas de cerveza, tomó algunas hojas de hierbas que adornaban una bandeja de comida, las aplastó entre los dedos y las agregó a la bebida. En seguida se arrodilló al lado del hombre, le levantó ligeramente la cabeza y se inclinó, susurrando en su oído:

—Si yo fuera Marie, este brebaje seguramente te curaría. Pero si yo fuese Isabella,  podrías morir al tomarla. Entonces, dejo la elección en tus manos. Beber o no beber, esa es la cuestión.

La  decisión fue rápida, con un gesto súbito, el “enfermo” lanzó lejos la jarra y se levantó rápidamente.

—Me siento mucho mejor —murmuró, tratando de escapar.

Bella quedó satisfecha al ver el rostro de Fred adquirir una coloración rojiza de rabia, y no quedaría sorprendida si viese salir humo de su nariz y sus oídos.

Edward, por su parte, no demostraba ninguna reacción. Parecía listo para aproximarse a Isabella, cuando la puerta se abrió con un empellón y un extraño entró, paseando su mirada por el recinto. Al ver a Edward, corrió en su dirección.

—¡Jasper Cullen atacó el castillo!

2 comentarios:

  1. wou!!! hehe, un poco tarde, perooo!!!
    acá toy!!!!
    vaayaa.... genial!!
    Bella y Marie son malas!!
    se veq esto s epondra buenisismo!!!
    con qiense quedara Edward? podra saber qien es marie y qien es bella?
    uff!!!!
    mm... espero un nuevo cap!!! besos!!!
    oiies... como cuantos caps tendra este fic????
    bess y cdt!!!!

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  2. dios estas chicas si que saben jugar bien su papel me encanta ...Besos..

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