Capítulo 3 “Las dos vendrán conmigo”
El líder miró al mensajero con el ceño fruncido, y todos sus hombres se pusieron de pie, listos para partir. Edward se volvió hacia Fred:
—Partiré en pocos minutos. Apura a las gemelas. Las dos irán conmigo. Cuando descubra cuál de ellas es Isabella, me casaré con ella y enviaré a Marie a tu castillo.
Antes que tuviesen tiempo de rehusarse o incluso de razonar, Bella y Marie se vieron cada una sobre un caballo. Sus pocas pertenencias personales habían sido embaladas velozmente con la ayuda de algunas mujeres del clan, Isabella había agarrado la cesta con medicinas de su hermana antes de dejar los aposentos.
En seguida fueron colocadas en medio de la comitiva de los Masen, y emprendieron el viaje una al lado de la otra.
—Obtuvimos una victoria en nuestra primera confrontación —murmuró Bella.
—Sin duda, pero Edward no se dio por vencido, nos hace acompañarlo de vuelta a su casa. Es un guerrero y quiere vencer.
—Así como nosotras. Si lo mantenemos confundido, se sentirá frustrado y acabará desistiendo y nos mandará de vuelta a casa.
—No concuerdo —dijo Marie. —Es terco y siempre consigue lo que quiere.
—Entonces deberemos estar vigilantes todo el tiempo.
—Y ser pacientes —agregó Marie. —Será precisa mucha paciencia para derrotar a Edward.
—Yo puedo ser paciente —aseguró Bella. —Sólo me enfurezco con los idiotas.
—Veo que la comida escasa te puso de mal humor —replicó su hermana.
La súbita presencia de Edward las interrumpió. El fabuloso alazán negro del líder relinchó y agitó sus crines mientras se aproximaba a la yegua gris de Bella.
—Oí decir que Isabella es una excelente cazadora, experta en el manejo de varios tipos de armas y que Marie es una curandera maravillosa.
— ¿Y piensas identificar nuestras identidades de esa manera? —retrucó Bella, en tono de acusación.
Edward no fue menos agresivo en su respuesta:
—Sus identidades quedarán reveladas en cualquier momento. Nuestros clanes quedarán unidos por el matrimonio, y no hay nada que puedan hacer para evitar eso.
— ¿De verdad lo crees? —preguntó Marie.
—No tengo tiempo para ese tipo de discusión. —El líder miró a las gemelas. —Si sus habilidades con armas fueran necesarias, traten de usarlas.
— ¿Quién es Jasper? —quiso saber Bella, ignorando el comentario.
—Jasper Cullen es un líder vikingo escocés que alega que parte de mis tierras le pertenecen. Se trata de una disputa que se arrastra desde hace años. Pero esta es la primera vez que me ataca.
—Y sin duda continuarás venciendo —comentó Bella.
—Conservando lo que es y siempre será mío —retrucó Edward, apartando su caballo de Bella. —Recuerden eso y estén alerta. Jasper es imprevisible.
Diciendo eso, giró su caballo hacia el otro lado y gritó una orden a uno de los hombres.
—Es un guerrero guapo y valiente —comentó Marie.
Bella giró a cabeza con ímpetu.
— ¡Si piensas eso, cásate con él!
—No planeo casarme, sólo hice esa observación de Edward mientras conversaba con nosotras. Sus facciones son agradables, y a pesar de su altura, él no intimida... Al contrario, es como se infundiese protección. Sin duda sus hombres deben sentirse seguros bajo su liderazgo.
—Puedo imaginar que se sientan seguros —replicó Bella con ironía —pero el problema es saber si una mujer puede confiar y sentirse a salvo con Edward Masen. En cuanto a vos, hermanita, no estás interesada en el matrimonio, pero el amor puede cambiar tu punto de vista.
—No creo que eso suceda —retrucó Marie con una firmeza que hizo que su hermana arqueara las cejas. —Me niego a remplazar mi trabajo por el amor, pero si sucede, que sea con un hombre que se interese por lo que hago. Y pocos hombres tienen propensión a curar a los enfermos.
—Entonces encuentra un curandero y sean felices para siempre.
Bella se rió, pero Marie permaneció seria.
Viajaron hasta el final de la tarde, bajo un clima de cautela y tensión. Los guardias se apostaron alrededor del campamento, y varios hombres desaparecieron entre las sombras de la noche, asegurando mayor protección.
Bella se sintió frustrada cuando no sirvieron comida, y se preguntó cómo lograría dormir con el estomago vacío. Casi abrazó a su hermana, totalmente agradecida, cuando ésta le entregó un pedazo de pan con queso, al acomodarse, junto al fuego.
—Sabía que tendrías hambre.
—Dios te bendiga —murmuró Bella, dando una mordida al pan.
Cerca del amanecer, todos comenzaron a prepararse para proseguir el viaje.
Marie le informó a Bella que los hombres comentaban que alcanzarían las tierras de los Masen hacia el mediodía, y que muchos aguardaban un ataque antes de llegar al castillo.
—Ese tal Jasper anticipó o forzó la llegada de Edward. —Comentó Bella, mientras montaba. —Debes estar alerta, con el arma al alcance de la mano.
—No soy tan buena con las armas, hermana —replicó Marie, temerosamente.
—Pero sabes lo suficiente como para defenderte. En caso que ocurra un ataque, busca refugio lo más rápido posible, yo no dejaré que nada te suceda. —Marie asintió, y pronto prosiguieron camino.
Era un lindo día, sin una nube en el cielo. El perfume a pino y menta impregnaba el aire, y parecía que el verano se rehusaba a irse para dar lugar al otoño. Recorrieron un camino que se había hecho transitable después de que muchos viajantes lo hubiesen cruzado, estableciendo una huella. No había piedras, y el suelo estaba liso y firme. Árboles ladeaban uno de los costados del camino, y una extensa pradera podía ser vista más allá, rodeada por pequeñas colinas. En el lado opuesto, se veía follaje denso con algunas rocas aquí y allá.
—Me gustaría que hubiese tiempo para buscar hierbas en el bosque —comentó Marie con los ojos brillantes.
— Ese es un buen lugar para que Jasper se esconda con sus hombres —recordó Bella. —Y Edward sabe eso. Observé como comanda a sus caballeros, como analiza cada punto a su alrededor. Es un guerrero astuto.
—Entonces lo admiras —la provocó Marie.
Bella se encogió de hombros.
—Bien, no puedo ignorar su habilidad, y de hecho es una figura imponente sobre su caballo. Cabalga con los hombros derechos, todos pueden ver eso, y carga las armas de modo que pueda usarlas con presteza. Está preparado para cualquier imprevisto, difícilmente será tomado de sorpresa.
Marie miró a su alrededor.
— ¿Crees que nos están observando en este momento?
Bella lanzó a su hermana una mirada de advertencia.
— ¿Te parece sensato dar la impresión de que tienes miedo, mirando a cada rato en busca de enemigos?
Marie dejó su cabeza colgar, suspiró y volvió a levantarla.
—No soy buena con las armas.
Bella sonrió.
—No estoy de acuerdo. Sabes manejar una aguja de hueso para coser. Y una aguja puede ser un arma.
—Es verdad —admitió Marie, también sonriendo.
—Ya discutimos respecto a eso —prosiguió Bella seriamente. —Busca refugio lo más rápidamente posible, que yo haré el resto. Después de la lucha, tus habilidades curativas serán muy necesarias.
—Yo me preocupo por vos.
—Y yo por el hecho que vos no te protejas. Si no te proteges, ¿quién va a cuidar de mis heridas? Cada una tienes sus talentos, y es mejor que los usemos con sabiduría.
—Soy tan feliz junto a vos, Bella...
—Yo también. Y permaneceremos juntas. Nadie, absolutamente nadie nos va a separar.
Entonces se oyó un rumor, semejante al rugido de un animal herido, y un segundo después una horda de guerreros envistió contra la comitiva de Masen.
— ¡A las rocas! —le gritó Bella a su hermana, mientras empuñaba la espada.
Marie sacó un cuchillo de su bota, se apeó, sabiendo que la yegua estaba entrenada para buscar refugio durante una batalla, y corrió al medio del matorral.
Bella entró en lucha mientras que Marie se protegía, y enfrentó a los enemigos. Manejaba la espada con pericia derribando caballeros de sus caballos como si fuesen insectos, aun cuando ellos intentaban tirarla de la montura. Había entrenado muy bien a su yegua para la batalla, y el animal permanecía calmado ante cada movimiento de comando.
Cuando todo terminó, minutos después, Edward examinó la escena de combate. Pocos de sus hombres habían sido heridos, mientras que tres de los hombres de Jasper Cullen yacían en el suelo, ensangrentados y gimiendo, mientras los demás habían escapado. Sintió alivio por saber que no necesitarían cavar tumbas para sus hombres ese día, y mucho menos para su futura esposa.
Al principio, había pensado en proteger a la gemela que había visto sobre el caballo luchando como una tigresa, pero pronto se dio cuenta que era una guerrera experta. “Era eso lo que buscaba en una esposa”, pensó Edward. Una guerrera de verdad. La otra se había protegido detrás de una roca, por lo tanto debía ser Marie. Entonces, ¿finalmente había identificado a Isabella?
Edward comenzaba a creer que si, cuando vio la otra gemela salir de su escondrijo, cargando a uno de sus guerreros con la pierna herida ya cubierta con vendajes. Ella lo acostó sobre el pasto con delicadeza y corrió a ayudar a los otros heridos.
La sangre manando y los gritos agonizantes no parecían asustarla, pues corría de un lado al otro, atendiendo los cortes y las heridas, haciendo curaciones improvisadas, rasgando tiras del borde de su falda marrón para usar como vendajes.
—Ahora ya sabe que ambas somos valientes —dijo Bella, haciendo que su yegua se parase al lado de Edward.
—Sí, ambas saben luchar, pero de modo diferente —replicó él con admiración. —Tal vez no importe, después de todo con cuál de las dos me case.
Bella sonrió.
— ¿Te parece que no? Exigiste con tanta vehemencia, determinadas y específicas características que posee una de nosotras, ¿y ahora ya no te preocupa con cuál de las dos casarte? ¿Vas a contentarte con menos de aquello por lo que negociaste tanto?
Diciendo eso, apretó los flancos del caballo y se apartó, haciendo sonreír a Edward. La joven era inteligente y perspicaz, estaba claro que sabía muy bien que él no aceptaría otra que no fuese la mujer que le había sido prometida. Pero, ¿cuál de las dos sería? Con tanta confusión ya había perdido de vista a quien había luchado contra los hombres Cullen y a la que se había escondido...
— ¡Jasper fue capturado!
El grito llamó la atención de todos, y Edward condujo su corcel hasta el herido en el suelo. Vio a uno de sus hombres apartar con un empellón a la gemela que se aproximaba para atender a Jasper, pero ella no retrocedió, le dio un golpe en el estomago del hombre, quien cayó de rodillas al lado del líder de los Cullen.
Mientras que el soldado de Edward volvía a levantarse, Bella se aproximó y apoyó la hoja de la espada en su cuello.
—Toca a mi hermana otra vez, y serás vos quien va a necesitar vendajes.
—Guarda el arma —ordenó Edward, apeándose, y sujetando la muñeca de Marie. —No pierdas el tiempo con Jasper.
Marie se libró con un tirón.
—Está muy herido y precisa cuidados inmediatos.
—Poco me importa —retrucó Edward. —Atacó a mi clan y está sufriendo las consecuencias.
—No puedo dejarlo morir cuando tengo medios para curarlo.
— ¿Para qué después yo lo mande a la horca?
—No. Esperando que seas caritativo y tengas algo de sentido común para poner fin a esta guerra estúpida sobre tierras.
—Lucho para proteger lo que es mío —replicó Edward con rabia.
— ¿Y él? —atacó Marie. — ¿Jasper no está haciendo exactamente lo mismo que vos? ¿Defender lo suyo?
—Es mi enemigo.
—Pero no es mi enemigo.
Diciendo eso Marie volvió a arrodillarse para atender al hombre inconsciente.
—Partiremos pronto, primero voy a verificar las condiciones de mis hombres. —le avisó Edward. —Si Jasper no puede viajar, se quedará acá.
Volvió a montar el caballo, y sus guerreros lo siguieron. Marie continuó mirando a Jasper, pero le murmuró a Bella.
—Ya sabes lo que tienes que hacer.
—Sí.
Diciendo eso, la gemela guerrera corrió a preparar una litera con ramas de árboles.
Marie continuaba tratando a Jasper quien todavía estaba inconsciente.
— ¿Cómo está él? —preguntó Bella, aproximándose después de terminar su trabajo.
—No tengo certeza. Tiene una herida en la cabeza, que ya suturé, pero de manera precaria. Espero que no se infecte.
—Hiciste lo que pudiste.
—Haré más cuando lleguemos al castillo de Edward.
—Si él lo permite —le recordó Bella.
Marie levantó la cabeza, y sus ojos brillaron de modo desafiante.
— ¿Desde cuándo las gemelas sólo hacen lo que les permiten hacer? Cuidaré de este hombre a pesar y por encima de Edward Masen.
—Dudo que cualquier persona del clan mueva un dedo para ayudar a su enemigo.
—No me importa. Las dos ya hemos cargado a un hombre mucho más pesado que este.
Bella no replicó, pues sabía que Marie se refería al padre de ellas.
Colocándolo sobre una manta, ellas lo habían arrastrado hasta una cama improvisada junto al fuego, y Marie había hecho su primera tentativa de cura.
Jasper tenía la misma estatura que Edward, y aunque fuese más delgado, su cuerpo era puro músculo.
Era difícil distinguir las facciones del rostro cubierto de sangre. Marie lo había limpiado lo mejor posible, pero todavía había costras alrededor de los ojos, la nariz y la boca. Sería necesario hacer una limpieza profunda, pero ese era el menor de los problemas por el momento. Pocos sobrevivían a una herida en la cabeza, al viaje accidentado, y los movimientos bruscos del transporte.
Marie cubrió a Jasper con su propia manta, y ayudada por Bella, lo acomodó sobre la litera improvisada, antes que Edward estuviese listo para partir.
—Edward no parece contento —la alertó Bella, al verlo aproximarse.
Marie acababa de acomodar a Jasper de la manera más confortable posible, y se dio vuelta para ver al líder mirándola desde lo alto de su caballo. A continuación él miró a Bella.
—Escúchenme con atención, pues mi palabra es ley. Jasper selló su destino cuando atacó mis tierras. Están intentando salvar a un hombre que ya está muerto.
Diciendo eso, se apartó para dar las órdenes de reiniciar el viaje.
Marie montó su yegua.
—Ese hombre no tiene corazón. Es bueno que no tenga que casarme con él, Bella.
—Es terco.
Trataron de acompañar al grupo que, esa vez, las dejó al final de la comitiva.
—No me digas que comienzas a hallar atractivo a Edward Masen —protestó Marie.
—Me resulta interesante.
—No. Lo ves como un desafío.
—Un verdadero hombre debe ser desafiante —insistió Bella. —No soportaría tener a mi lado a un hombre sin pelotas, y que me considerase intimidante. Edward es más que un simple desafío. —Bella sonrió astutamente. —Y yo sé mucho sobre desafíos.
fascinante me encanto.........Sigue asi...Besos..
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