jueves, 5 de mayo de 2011

Desacuerdos y ambición

Capítulo 11 “Desacuerdos y ambición”

Cuando Bella recorrió la larga calzada de Davencourt esa noche, estaba tan exhausta del segundo día de viaje ininterrumpido como lo había estado el primero, y gimió en voz alta al ver que las luces todavía brillan como un faro en la casa principal. Esperaba que todos se hubieran acostado, y así ella podría juntar fuerzas para hacer frente al interrogatorio que sabía inevitable. Esperaba incluso poder dormir un poco más que la noche anterior, aunque sabía que era improbable. Y si no podía dormir, entonces al menos podría revivir aquellas horas tumultuosas, saborear los recuerdos de su cuerpo desnudo contra el suyo, los besos, las caricias, los asombrosos e infinitos momentos en los que él  realmente había estado dentro de ella. Y cuando se sintiera más tranquila, pensaría en el resto de lo sucedido, las cosas hirientes que él había dicho y en el hecho de que no la deseara más... Pero ¿entonces por qué la había besado? Estaba  demasiado cansada para pensar coherentemente, así que el análisis tendría que esperar.
Utilizó el mando a distancia para abrir el garaje, y frenó cuando los faros toparon con un coche ya aparcado en su plaza. Suspiró. Lauren otra vez, aprovechándose de la ausencia de Bella para aparcar su coche dentro. El garaje tenía sólo cinco plazas, y éstas eran de Kate, aunque ya no conducía, de Bella, de Maggie y Liam, y Jessica y Mike, quienes sólo tenían un coche. Tyler y Lauren, se suponía que aparcaban sus coches fuera, pero Lauren tenía la costumbre de ignorar esto y aparcar su coche en cualquier espacio que estuviera vacío.
Bella aparcó su coche junto al de Tyler y agotada salió de él, arrastrando su pequeña maleta con ella. Pensó en escabullirse por la escalera exterior y rodear la casa por la terraza superior hasta su habitación en la parte de atrás, pero había cerrado las puertaventanas antes de marcharse y no podía entrar por este camino. En cambio entraría por la cocina y con la esperanza de llegar hasta la escalera principal sin que nadie lo notara.
La suerte no estaba de su parte. Cuando empujó la puerta de cocina y se abrió, Liam y Maggie estaban sentados en la mesa, devorando un par de gruesas rebanadas del pastel de coco de Sue. Ninguno de ellos iba en pijama aún, lo que quería decir que habían estado viendo la televisión en la enorme pantalla de la salita.
Maggie tragó a toda prisa. —¡No has podido encontrarlo! —exclamó, mostrando abiertamente lo feliz que la hacía el que Bella estuviera sola. Y a continuación le dirigió a Bella una astuta mirada de complicidad. –No es que lo hayas intentado con todas tus fuerzas, ¿verdad? Bueno, no diré nada. De todas formas estaba convencida de que era una locura por parte de Kate. ¿Por qué demonios iba a quererlo aquí de vuelta? Sé que Sam no lo detuvo, pero todo el mundo sabía que era culpable, solo que no había modo de demostrarlo…
—Lo encontré —la interrumpió Bella. Tenía la cabeza embotada de la fatiga, y quiso interrumpir el interrogatorio.—Tenía negocios de los que ocuparse, pero vendrá a casa dentro de un par de semanas.
El color de Maggie se evaporó, y se quedó mirando boquiabierta a Bella. El trozo de pastel a medio masticar que quedó al descubierto resultaba poco apetitoso. Entonces dijo, —Bella, ¿cómo has podido ser tan estúpida? – En cada palabra fue elevando más el tono hasta finalizar chillando. —¿No eres consciente de todo lo que vas a perder? ¡Todo esto podría haber sido tuyo, pero Kate se lo devolverá todo a él, recuerda mis palabras! ¿Y qué pasa con nosotros? Por qué, podríamos acabar todos asesinados en nuestras camas, al igual que la pobre Tanya…
—Tanya no fue asesinada en su cama —dijo Bella, con cansancio.
—¡No hiles tan fino conmigo, sabes lo que quería decir!
—Edward no la mató.
—¡Bueno, pues el sheriff pensó que él lo había hecho, y estoy segura de que sabe más sobre ello que tú! Lo escuchamos decir que haría lo que fuera para deshacerse de ella.
—También lo oímos decirle que pidiera el divorcio.
—Maggie tiene razón —intervino Liam, frunciendo sus pobladas cejas con preocupación. —No sabemos lo que es capaz de hacer.
Normalmente Bella no discutía, pero estaba agotada, y tenía aún los nervios en carne viva desde su encuentro con Edward. —Lo que realmente os preocupa —dijo, con voz átona, —es que él recuerde cómo le distéis la espalda cuando necesitaba vuestro apoyo, y os diga que os busquéis otro lugar donde vivir.
—¡Bella! —jadeó Maggie, ultrajada. —¿Cómo puedes decirnos algo así? Qué se suponía que teníamos que hacer, ¿ocultar a un asesino de la ley?
No había nada que ella pudiera decirles que cambiara su posición, y estaba demasiado cansada para intentarlo más tiempo. Que Edward se ocupara de esto cuando regresara. Le quedaba la energía justa para sentir tan sólo una leve punzada de interés ante la perspectiva. Si pensaban que antes era intimidatorio, que esperaran a ver con lo que iban a tener que tratar ahora. Él era mucho más despiadado y poderoso.
Dejando a Maggie y Liam descargando su rabia en el pastel de coco, Bella se arrastró hasta arriba. Kate estaba ya en la cama; últimamente se cansaba con facilidad, otro síntoma de su mala salud, y a menudo estaba dormida a las nueve. Podía esperar a mañana para contarle que Edward regresaba a casa.
Bella esperó ser capaz de dormir algo ella misma.


“Si los deseos fueran monedas...” Varias horas más tarde, echó un vistazo a la esfera luminiscente de su reloj y vio la manecilla de las horas arrastrarse hacia el dos. Sentía los ojos arenosos por la falta de sueño, y su mente estaba tan embotada por la fatiga que apenas podía pensar, pero el sueño seguía tan inalcanzable como siempre.
Ella había soportado muchas noches como ésta, esperando en la interminable oscuridad a que llegara la mañana. Todos los libros sobre insomnio aconsejaban a la víctima salir de cama, para no convertirla en el símbolo de su frustración. Bella ya había desarrollado ese hábito, pero el libro tampoco había resultado de ayuda. A veces leyó para pasar las horas, a veces emprendía interminables solitarios, pero lo más común es que permaneciera sentada en la oscuridad, esperando.
Eso era lo que hacía ahora, porque estaba demasiado cansada para nada más. Se acurrucó en un enorme sillón, bien mullido y lo bastante grande para dos. El sillón había sido un regalo de Navidad de hacía cinco años, y ella no sabía lo que haría sin él. Cuando conseguía quedarse dormida, aunque lo normal era justo lo contrario, era en el sillón. En invierno se envolvía en una de sus mantas afganas, la más suave y gruesa y contemplaba cómo la noche se arrastraba lentamente por delante de sus ventanas, pero ahora era verano y llevaba puesto sólo un fino camisón, sin mangas, aunque tenía el dobladillo remetido sobre sus pies desnudos. Había abierto las puertaventanas y ella podría escuchar los consoladores sonidos de la cálida noche. Una tormenta descargaba en la distancia; veía los relámpagos, que iluminaban purpúreos nubarrones, pero la tormenta estaban más lejos que los truenos, y cuando podía oírlos, sonaba tan sólo un débil retumbar.
Si tenía que estar despierta, las noches de verano eran lo mejor. Y entre insomnio y lo otro, prefería el insomnio. Cuando dormía, nunca sabía dónde se despertaría.
No creía haber abandonado nunca la casa. Siempre permanecía dentro, y sus pies nunca aparecieron sucios, pero de todos modos la asustaba pensar en ella misma vagando por todo el edificio sin ser consciente de ello. Había leído sobre los sonámbulos. Ellos podían evidentemente subir y bajar escaleras, pasear e incluso mantener una conversación mientras seguían dormidos. No era de mucho consuelo, porque ella no quería hacer nada de esto. Lo que ella quería era despertarse exactamente en el mismo sitio donde se había ido a dormir.
Si alguien la había visto alguna vez en sus paseos nocturnos, no lo había mencionado. No creía que lo hiciera cada vez que dormía, pero lo cierto es que no tenía modo de saberlo y no quería alertar a la familia de su problema. Sabían que sufría de insomnio, así que tal vez si alguien la había visto vagando fuera de su habitación en medio de la noche, aparentemente despierta, tal vez asumió que no podía dormir y se olvidó de ello.
Si se supiera que caminaba en sueños... No le gustaba pensara mal de nadie sin pruebas, pero no podía confiar en ciertos habitantes de la casa si supieran que era así de vulnerable. La posibilidad de que le hicieran alguna jugarreta era demasiado grande, sobre todo por parte de Lauren. En cierto modo Lauren le recordaba a Bella mucho a Tanya, aunque ambas sólo eran primas segundas, lo que significaba que no compartían demasiados genes. Tanya actuaba con la mente fría, pero tenía un carácter más volcánico. Lauren no planeaba nada, actuaba a impulsos, y no era propensa a las rabietas. Sobre todo parecía impaciente e infeliz, y le gustaba hacer infelices a los demás. Fuera lo que fuera lo que quería de la vida, no parecía haberlo conseguido.
Bella no creyó que Edward se fuera a llevar bien con Lauren en absoluto.
Pensar en Edward la llevo a completar de nuevo el círculo de sus pensamientos, sobre cómo había empezado el día, aunque estos no se habían apartado de él demasiado, en primer lugar.
No sabía qué pensar. No era nada buena analizando una relación hombre-mujer, porque nunca había tenido una. Todo lo que sabía era que Edward había estado enojado, y un poco achispado. Si él no hubiera estado bebido probablemente no la habría presionado de la forma en que lo había hecho, pero lo que estaba claro es que ella se había ido a la cama con él sin ofrecer la menor resistencia. Las circunstancias habían sido humillantes, aquella parte oculta de ella se había deleitado con la oportunidad.
No se arrepentía de haberlo hecho. Si no le volvía a suceder nada bueno durante el resto de su vida, al menos había yacido en los brazos de Edward y sabía lo que se sentía al hacer el amor con él. El dolor había sido más intenso de lo que había imaginado, pero no había podido ensombrecer la alegría que había sentido, y por último la satisfacción.
El tequila podía justificar la primera, y puede que la segunda vez que hicieron el amor, pero ¿y las otras veces? Seguramente él estaba ya sobrio antes de la tercera vez que la tomó, en medio de la noche, y la cuarta, justo antes de alba. Todavía se sentía tiernamente magullada en su interior de hacer el amor, aunque lo atesoraba porque esa leve incomodidad le recordaba aquellos momentos.
Él no había sido un amante egoísta. Puede que estuviera enfadado, pero aún así la había satisfecho, a veces más de una vez, antes de permitirse él mismo la liberación. Sus manos y su boca habían sido tiernas sobre su cuerpo, cuidándose de no añadir dolor al que ella había experimentado ya cuando se introdujo por primera vez en ella.
Pero después él se había escabullido de la cama y la había dejado sola en el motel, como si fuera un polvo de consolación. ¿No era así cómo en aquella región salvaje, los borrachos llamaban a una mujer que era tan fea que, cuando el hombre se despertaba y la veía dormida en sus brazos, prefería arrancarse los brazos antes que despertarla? Al menos Edward había dejado una nota. Al menos había vuelto, y no la había obligado a regresar a su coche de alquiler como pudiera.
Dijo que había actuado como una puta para Kate. Dijo que ella había sido una molestia para él durante toda su vida, y eso le dolió más que el comentario anterior. Sin importar lo que pasara, ella siempre podía aferrarse al recuerdo de aquellos años antes de la muerte de Tanya como los buenos tiempos, porque lo tenía a él como su amigo y como su héroe. La horrible noche en que Tanya fue asesinada, comprendió que él la compadecía y aquello casi acabó con ella, pero aún así los dulces recuerdos habían permanecido. Ahora ella se sentía mortificada pensando que se había estado engañando desde el principio. La bondad no era lo mismo que el cariño.
Él le había dejado en claro que no debería esperar que se repitiera el acostarse juntos cuando regresara a Davencourt. Había sido un polvo de una noche, puro y simple. No había ninguna relación en curso entre ellos, salvo la de primos lejanos.
Pero después la había besado, y le había dicho que ella no entendía nada. Estaba indudablemente excitado; después de la noche que acababa de pasar con él, estaba muy familiarizada con sus erecciones. Si no la deseaba, ¿por qué estaba tan excitado?
Algo era seguro: seguía enfadado.
Se acurrucó aún más en su sillón mirando los relámpagos y pensando en Edward, y en algún momento cercano al alba finalmente pudo dar una cabezada.


Maggie formó a toda su familia a la mesa de desayuno al mismo tiempo, un raro acontecimiento, pero evidentemente pensó que necesitaba refuerzos. Después de una noche agitada en la que el sueño había sido tan evasivo como siempre, Bella había ido a la habitación de Kate y le había dado las buenas noticias. Animada por esto, había más energía en los movimientos de Kate esa mañana y más color en su cara, que en mucho tiempo. Arqueó las cejas sorprendida ante la muchedumbre asentada en la mesa, luego sonrió abiertamente y lanzó a Bella un guiño de “sé lo que traman”.
El desayuno se servía como buffet, un sistema eficiente puesto que el que dos de ellos lo hicieran al mismo tiempo era pura coincidencia. Bella llenó los platos para Kate y para ella y ocuparon su lugar en la mesa.
Maggie esperó hasta que ambas tuvieran comida en la boca antes de lanzar la primera andanada. —Kate, hemos hablado todos de ello, y desearíamos que reconsideraras esta irreflexiva idea de poner a Edward al frente de los negocios otra vez. Bella ha estado haciendo un trabajo eficiente, y realmente no lo necesitamos.
—¿Hemos? —preguntó Kate, haciendo bajar la vista a su hermana. —Maggie, te estoy  agradecida por tu compañía y he disfrutado de ella durante estos diez años, pero me parece que tengo que recordarte que esto son los negocios de los Denali, y Bella y yo somos las únicas Denali aquí. Hemos hablado de ello y estamos de acuerdo en que queremos que Edward retome su legítimo lugar en el familia.
—Edward no es un Denali —indicó Maggie, aferrándose a ese detalle. —Él es un Cullen, uno de nuestra familia. Davencourt y el dinero de los Denali deberían ser de Bella. Por lo tanto, lo único correcto es que sea para ella.
Lo que sea para sacar a Edward de la ecuación, pensó Bella. Maggie preferiría que fuera su familia directa quien recibiera la herencia, pero Bella era evidentemente la segunda mejor opción. Maggie contaría con poder manipular y dominar a Bella, pero Edward era una historia diferente. Ese era el quid de la cuestión, comprendió, y no ese exagerado temor de que Edward fuera un asesino. Todo esto era por dinero, y comodidad.
—Como dije —repitió Kate, —Bella y yo estamos de acuerdo en esto.
—Bella nunca ha sido lógica en lo que se refiere a Edward. —dijo Liam poniéndose del lado de su esposa. —Todos sabemos que no puedes confiar en su juicio en esto.
Lauren se inclinó hacia delante, sus ojos brillaron cuando se olió el problema. —Claro, así es. ¿No recuerdo algo sobre que Tanya los pilló enrollándose en la cocina?
Tyler levantó la vista de su desayuno y miró con el ceño fruncido a su hermana. A Bella era el que más le gustaba de todos los familiares de Maggie. Tyler era generalmente bondadoso y era un buen trabajador. No tenía la intención de quedarse en Davencourt para siempre pero aprovechaba la oportunidad de ahorrar tanto dinero como podía para poder construirse su propia casa. Él y su novia de toda la vida planeaban casarse ese mismo año. Tenía más personalidad que su padre, Mike, quién dejaba que Jessica dirigiera la familia.
—Creo que todo esto se está sacando de quicio —dijo Tyler.
—¿Qué te hace pensar eso?— le preguntó Jessica, inclinándose para ver a su hijo. Lauren sonrió con la satisfacción al haber removido las aguas.
—Porque Edward no era un estafador, y me alegro de que vuelva.
Maggie y Jessica fulminaron con la mirada a este traidor de su equipo. Tyler las ignoró y volvió a su comida. Bella se concentró en su propio desayuno e hizo todo lo posible por ignorar la conversación. Nada le gustaría más a Lauren que provocar en ella una respuesta o verla visiblemente trastornada. Lauren careció de la habilidad de Tanya para hacer comentarios hirientes, o quizás era que Bella había cambiado, pero encontraba a Lauren simplemente molesta.
La batalla verbal continuó durante todo el desayuno, con Maggie, Liam y Jessica turnándose para machacar con lo que obviamente pensaban eran buenos argumentos en contra de la vuelta de Edward. Mike parecía no estar interesado y dejaba las protestas a Jessica. Tyler terminó de desayunar y se despidió para ir a trabajar.
Bella se concentró en comer, sin decir casi nada, y Kate era tan inamovible como una montaña. Tener a Edward en casa era más importante para ella que cualquier cosa que su hermana pudiera decir, así que a Bella no le preocupaba que Kate pudiera cambiar de opinión.
Kate se había iluminado como un árbol de Navidad esa misma mañana, cuando Bella le había dado las buenas nuevas. La había acribillado a preguntas sobre él, qué aspecto tenía, si había cambiado, lo que había dicho.
No pareció alterarse cuando Bella le dijo que él todavía estaba resentido.
—Bueno, por supuesto —había dicho Kate, tranquila. —Edward nunca ha sido el perro faldero de nadie. Supongo que tendrá mucho que decirme cuando llegue aquí, y aunque me resulte un trago difícil, supongo que tendré que escucharlo. Estoy realmente sorprendida de que aceptara tan fácilmente, sin embargo. Yo sabía que tú eras la única a quien escucharía.
No la había escuchado demasiado hasta que había hecho un trato con ella, y cuando ella lo había cumplido, él se había sentido obligado a hacer lo mismo. En realidad, se preguntó si lo que él esperaba era que ella se negara en rotundo, si le había ofrecido el trato  pensando que no tendría necesidad de cumplir su parte.
—Dime qué aspecto tenía —dijo Kate otra vez, y Bella lo describió lo mejor que pudo. ¿Cómo podía ser exacta, cuando lo miraba a través de unos ojos enamorados? ¿Lo encontrarían los demás menos dominante, menos poderoso? No lo creía.
Ciertamente Maggie no se sentía optimista sobre su vuelta. Era hipócrita por su parte, pensó Bella, porque antes de la muerte de Tanya, Maggie siempre le había hecho la pelota excesivamente a Edward, declarando que era su sobrino favorito. Pero después cometió el error de darle la espalda en vez de defenderlo, y ella sabía que él no lo había olvidado.
—¿Dónde dormirá? —inquirió Lauren, interrumpiendo a su abuela para dejar caer otra bomba en una conversación ya volátil. —No pienso dejar la suite, aunque antes fuera él quien la usara.
Esto tuvo el efecto opuesto de lo que ella había esperado. El silencio cayó sobre la mesa. Después de la muerte de Tanya, Kate se había animado finalmente a redecorar por completo la suite, del suelo al techo. Cuando Jessica y su familia se trasladaron, Lauren había reclamado inmediatamente la suite como propiedad, comentando, como al descuido, que no le molestaba en absoluto dormir allí. Era típico de su insensibilidad que creyera siquiera que Edward iba a reclamar su antiguo dormitorio.
Sin embargo, la suite de Kate era la única que la igualaba en tamaño. Maggie y Liam ocupaban un juego más pequeño de habitaciones, al igual que Jessica y Mike. El cuarto de Bella era una sola habitación, espaciosa, pero no una suite. El cuarto de Tyler era igual. Había cuatro dormitorios más, pero de una sola habitación también. Era un problema insignificante, pero el estatus era la cuestión subyacente. Bella sabía que Edward no le daría importancia, pero comprendería las implicaciones de cómo se usaban los símbolos de estatus para dominar.
—Incluso si él no la quiere, no creo que le guste que nadie más duerma allí — dijo Jessica, mirando a su hija con expresión preocupada.
Lauren frunció el ceño. —¡No pienso abandonar mi suite!
—Lo harás si Edward lo dice —dijo Kate, terminante. —Dudo que a él le importe, pero me parece que no entiendes que lo que él diga es ley, sin excepción. ¿Está claro?
—¡No! —dijo Lauren, petulante, arrojando su servilleta sobre la mesa. —¡Él mató a su esposa! No es justo que simplemente regrese y asuma…
La voz de Kate restalló como una fusta. —Otra cosa que quiero que quede muy clara es que Edward no mató a Tanya. Si oigo tal afirmación de nuevo, le ordenaré a quien lo dijo que abandone esta casa de inmediato. No lo apoyamos cuando más lo necesitaba, y estoy profundamente arrepentida. Será bienvenido por todos de vuelta a casa, o lo sabré.
El silencio siguió a esta terminante declaración. Por lo que Bella sabía, esta era la primera vez que Kate había dicho algo sobre desahuciar a cualquiera de los residentes habituales de Davencourt. La familia era tan importante para ella que su amenaza evidenciaba lo importante que era para ella el regreso de Edward. Por culpa o por amor, o por ambos, Edward tenía su apoyo incondicional.
Satisfecha de haber dejado clara su posición, Kate se limpió delicadamente la boca con la servilleta. —El asunto de los dormitorios es difícil. ¿Qué opinas tú, Bella?
—Deja que Edward decida cuando esté aquí —contestó Bella. —No podemos saber lo que querrá.
—Eso es verdad. Es sólo que quiero que todo esté perfecto para él.
—No creo que eso sea posible. Probablemente preferiría que actuemos como de costumbre y no montemos alboroto.
—No es que vayamos a celebrar una fiesta —espetó Maggie. —No quiero ni pensar en lo que van a decir todos en la ciudad.
—Nada, si saben lo que les conviene —dijo Kate. —Comenzaré de inmediato a aclarar a nuestros amigos y socios que si valoran la continuidad de nuestra amistad, se asegurarán de que Edward es tratado con cortesía.
—Edward, Edward, Edward—dijo Lauren violentamente. —¿Qué lo hace tan especial? ¿Y nosotros? ¿Por qué no se lo dejas todo a Tyler, si estás tan segura de que Bella no puede manejar las cosas? ¡Somos tan  parientes tuyos como Edward!
Se puso en pie de un salto y salió corriendo, dejándolos a todos en silencio. Incluso Maggie, que por lo general tenía la sensibilidad de un rinoceronte, parecía incómoda ante un arrebato tan descaradamente materialista.
Bella se obligó a tomar un último bocado antes de rendirse al esfuerzo. Al parecer la “bienvenida” de Edward iba a ser aún más tensa de lo que había sido su despedida.

2 comentarios:

  1. jojojo... perdon por pasar hasta ahora, pero me qitaron el internet en mi ksa, y apenas ahrita ha regresado
    fantastico capii!!!!!
    Bella no entiende nada!!!!!
    ... mmm... la Bienvenida de Edward no va a hacer muuy bonita q dijamos, vdd???
    uuhhhh!!!!
    te podria volver a sobornar para q subs un cap (completo) hoy???
    iia somos dos!!! anonimo y iop nos unimos!!!
    haha... u se sobre annimo... pero io si kero cap extra!!!!
    bueeeno...
    mmm...Maggie me cae muuuy mall!!!!!
    y lauren!!!!
    es una perra igual q Tanya!!!
    una dudita... donde mierdas esta el asesino de Tanya????? le hara ago a Bella???? esto se pone bueno!!!!
    por fisss!!!!
    acepta mi soborno!!!!
    bss!!!!!

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  2. dios como iran a recibir estas chicos a Edward jajaja será interesante...Besos..

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