Capítulo 19 “Conversación nocturna”
Por más que lo intentaba, Bella no podía dormir. La desagradable escena con Jacob volvía a ella disgustándola cada vez más, “sólo porque ya no soy virgen”, pensaba, “él se creía con derecho a suponer que dormiría conmigo antes de casarnos”.
Había oído ir a su madre a su habitación unos minutos antes. Bella estaba muy contenta de que su madre estuviese allí. No dependía del conde Black ahora, y, como decía su madre, no tendría que casarse con él si no lo deseaba.
Había pasado una hora desde que Bella se acostara, pero no podía dormirse. Hacía demasiado calor en habitación y tuvo ganas de quitarse la enagua y dormir desnuda. A pesar de que las grandes ventanas estaban abiertas, la brisa corría entre los árboles y no llegaba la habitación.
Bella salió a la amplia galería. Toda la casa estaba apoyada sobre cortos pilares, y completamente rodeada por la galería.
Espesas nubes cubrían el cielo y ocultaban la luna llena. Bella pensaba que pronto llovería. Tal vez entonces la habitación estaría más fresca.
Caminó un poco por la galería, mirando las luces de la ciudad en la distancia, pero se detuvo al oír voces. Se dio la vuelta, y vio que estaba parada frente a la sala, y que se encontraba casi frente a las puertas abiertas. Muy poca luz salía a la galería, porque sólo había una vela encendida en esa espaciosa habitación.
–Realmente eres un hombre, afortunado, Jacob –decía James–. Si no fueras mi amigo, trataría de quitarte a Isabella Dwyer. Pero su madre, por otra parte, sería una esposa adecuada para mí. Es asombroso qué joven se ve a la viuda, a pesar de que tiene una hija ya mayor.
– ¿Por qué no te quedas un poco más y tratas de conquistar a la hermosa viuda? Es una buena oportunidad.
–¿Qué? ¿Estás tratando de liberarte de la suegra antes de la boda? –rió James.
–No habrá boda –dijo Jacob con amargura.
Bella contuvo el aliento, se acercó un poco más a la pared y permaneció inmóvil junto a las puertas abiertas, oyendo la conversación con tanta claridad como si estuviera dentro de la habitación.
–¿Estás bromeando, verdad? –preguntó James, sorprendido.
–Ojalá sólo estuviera bromeando –dijo Jacob con pena y furia en la voz–. Tú has estado en la ciudad. Has oído hablar de Bella. Cuando el ‘Canción del Viento’ entró en el puerto y la tripulación difundió la historia, enseguida comenzaron a llamar a Bella ‘la mujerzuela del pirata’, porque no se hizo ningún intento de cambiarla por un rescate. Ahora ya no puedo casarme con ella.
–Realmente eres un tonto si renuncias a ella sólo por lo que dice la gente.
–Tú no vives aquí, James –replicó Jacob–. Esta es una isla pequeña y no podría tolerar continuas habladurías sobre mi esposa. Me traería dificultades interminables.
–¿Entonces dejarás que esa perla se escape de entre tus dedos? Si yo estuviera...
–Por supuesto que pienso conservar la perla –interrumpió Jacob. –Sólo que aún no sé muy bien cómo.
–¿Piensas conservarla como amante? –preguntó James, sorprendido.
–Desde luego. Como tú dices sería un tonto si renunciara a ella.
–Pero, ¿Cómo te propones lograr esto? Yo tenía la impresión de que Bella Dwyer esperaba ser tu esposa. Su madre también lo espera.
–Sí, bien, la madre debe marcharse y dejar a Bella a mi cuidado. Entonces no me llevará mucho tiempo llevar a Bella a la cama, y después le explicaré por qué es imposible que nos casemos.
–Eres un libertino, Jacob –rió James. –Tendrás todas las ventajas de una bella esposa, y sin la trampa del matrimonio.
–Bien, yo no esperaba que las cosas fueran así. Quería a Bella por esposa. Podía haberla convertido en una reina si... ¡si este hombre Edward no la hubiera forzado a ser su mujer!
–Es irónico que este mismo hombre haya afectado las vidas de los dos, y que ninguno de los dos lo conozca –dijo James.
–¿Entonces realmente no sabes por qué te busca?
–No; he pasado muchas noches sin dormir tratando de comprender por qué me busca. Me han dicho que es un hombre joven, de cabello cobrizo, y muy alto. Al principio pensaba que tal vez era un bastardo cuya existencia yo no conocía pero cuanto más sé sobre él, menos probable me parece esto. Realmente no sé.
–¿Decías que es joven?
–Esto no te gusta, ¿eh?– rió James–. Pero, ¿qué importa su edad? Dudo que haya tratado a Bella con compasión. Los piratas son despiadados. Yo lo sé, en mi juventud también lo fui.
–¡Nunca lo habías mencionado! –dijo Jacob, asombrado.
–Fue hace mucho tiempo, y hay muy pocas personas que lo saben. Me mezclé con gente mala, y asolábamos todo lo que podíamos. Y como esto nos daba ganancias, yo seguí mí… bien, mi carrera, durante varios altos. Pero ahora he cambiado... es mejor olvidar todo eso.
–Bien, yo no revelaré tu secreto.
–Eso no me preocupa, pero este Edward sí. Hasta anoche, siempre pensé que solamente quería encontrarme para arreglar alguna deuda. Pero gracias a tu Bella, ahora sé que tengo un peligroso enemigo. El mapa del que ella habló, ¿por qué te lo dio?
–Ah... quiere que vaya a la isla donde Edward la capturó para rescatar a su vieja criada, que todavía está allí, y para matar a Edward –rió Jacob con desprecio–. Desea vengarse por lo que él le hizo a ella.
–Es una muchacha activa… no lo habría pensado al conocerla anoche. Pero, ¿por qué no me das el mapa, y te ahorraré el problema de hacer lo que ella pide?
–Lo quemé.
–¿Lo quemaste? –explotó James.
–No tenía intención de ir allí... mis barcos no están armados para la batalla, mis tripulaciones no incluyen soldados. Pensaba decir a Bella que había perdido el mapa y con esto terminaría todo. Pero, ¿por qué deseas ir allí?
–No soy hombre que se siente a esperar a sus enemigos. Debo encontrar a Edward primero.
–Bella vino aquí en un barco mercante. El capitán debe saber dónde está la isla. Él le dio el mapa a Bella –dijo Jacob.
–¿Y él está aquí? ¿Su barco está anclado en el puerto? –preguntó James esperanzadamente.
– Bella fue simplemente llevada a la costa. Pero le preguntaré el nombre del capitán y su destino por la mañana si aún deseas encontrar al pirata antes de que él te encuentre a ti. Pero, en mi opinión, es una aventura tonta.
–No es a ti a quien este hombre desea matar, de manera que averigua lo que puedas. Yo puedo vivir sin que Edward me encuentre jamás, pero no puedo correr ese riesgo.
Aun después que los dos hombres se acostaran, Bella seguía paralizada junto a la sala, apoyada contra la pared. La conversación entre los dos hombres se repetía en su mente, se sentía desdichada y usada, ¡y Jacob era tan despreciable! ¡Pensar que su intención era convertirla en su amante y que iba a mentirle con respecto al mapa! Pensaba liberarse de su madre, y luego la obligaría a someterse a su voluntad o, sin duda, la arrojaría a la calle.
Bella tembló a pesar de que la noche era cálida y volvió de puntillas a su habitación. Estaba furiosa. Sí, furiosa. Quería contarle a su madre todo lo que había oído. Quería salir de la casa de inmediato. Pero era tarde, y su madre probablemente dormía ya. Bella tendría que esperar hasta la mañana para terminar con los horribles planes de Jacob.
¿Por qué todos los hombres eran tan despiadados... por qué se aprovechaban de las mujeres a causa de su debilidad? Bella no quería pensar en lo que le habría sucedido si no hubiera oído la conversación entre Jacob y James. Pero la había oído, y al día siguiente ella y su madre podrían buscar alojamiento, en la ciudad.
De pronto Bella recordó a Sue. Aún había que rescatarla antes de poder volver a Francia. Pero James Gigandet iría a la isla de Edward. ¡Por supuesto! Haría que su madre le pidiera que rescatara a Sue. Él se ocuparía de matar a Edward, de manera que Bella no tendría por qué sentirse culpable de su muerte. Edward moriría, a James Gigandet se le pagaría por hacer algo que habría hecho de todas maneras, y Sue sería rescatada. Sí; todo funcionaría a la perfección.
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